lunes, 12 de enero de 2009

La tratadística renacentista

La tratadística renacentista

Inspiración vitruviana

Leonardo da Vinci fue uno de los artistas que se inspiraron en Vitruvio. Este diseño, el Hombre de Vitruvio es la interpretación de Leonardo para las reglas de proporción definidas por Vitruvio en su Diez libros de arquitectura.

La recuperación del ideario de la arquitectura clásica, introducida por la cultura del Renacimiento, debió necesariamente trascender de la mera observación de la realidad. La arquitectura producida por los artistas renacentistas, humanistas en general, procuraban mantener una imagen erudita y literaria, más allá de la mera reproducción de las ruinas greco-romanas. Los arquitectos creaban siempre en busca de un modelo ideal, en detrimento de los modelos existentes (con gran número de ruinas en especial en Italia). Estos modelos ideales o idealizados fueron sistematizados y plasmados de forma teórica, en lo que dará origen a los tratados de Arquitectura clásica de la época.

Sin duda, para la creación del modelo teórico, la observación de las ruinas fue la inspiración predominante de los primeros arquitectos renacentistas italianos, pero a medida que el Renacimiento evolucionaba, los estudiosos, pasarán, sistemáticamente, de ofrecer o recuperar los cánones y obras técnicas del clasicismo a redactar sus propios tratados del estilo, que aunque basados en el clasicismo, llegan a ser efectivamente anti-clásicos.

Es destacable para la formación de la tratadística renacentista la preservación de los diez libros de De Architectura del arquitecto romano Marco Vitruvio, del siglo I a. C., básicos para la difusión de las ideas de canon y orden. Éste fue el único tratado del período clásico que sobrevivió tras la caída de Roma, durante la Edad Media, habiendo sido copiado y conservado, de forma fragmentaria en general, en las bibliotecas de los monasterios. Por eso, a medida que los volúmenes eran copiados y traducidos, los diseños y dibujos que componían los tratados fueron perdiéndose, por lo que el contenido del tratado se convirtió con el paso del tiempo en confuso y en ocasiones, contradictorio. Por este motivo, gran parte del esfuerzo de los tratadistas renacentistas sería el recuperar el contenido perdido, llegando para su consumación a aventurar patrones que en modo alguno existían en el texto original.

El tratado vitruviano, como único gran referente teórico de la arquitectura clásica, y pesar de su carencia de contenido, sirvió de base para todos los principales estudios realizados por el Renacimiento. Por ejemplo, un trabajo nítidamente derivado del vitruviano son los diez libros de Leon Battista Alberti, conocidos como De re aedificatoria.

Los tratados y la posición social del arquitecto

La búsqueda del ordenamiento clásico en la tratadística del período. Esta imagen forma parte de un tratado de Vignola (Las reglas de los cinco órdenes de la Arquitectura).

Junto a la inspiración vitruviana, un elemento que va a caracterizar los principales tratados renacentistas (especialmente aquéllos que fueron redactados en los primeros momentos del Renacimiento) es el hecho de que sus autores procuraban, en ocasiones con una preocupación mayor que el afán investigador, posicionar al arquitecto como una figura típicamente perteneciente a la élite fundamental en cualquier estructura social. Tal determinación en cuanto a la profesión no es, claramente un caso de mero «corporativismo» de aquellos tratadistas, sino un fenómeno que está absolutamente ligado a la ascensión social que el artesano convertido a artista sufre (véase en las próximas secciones para un análisis más profundo de esta situación). En este sentido, los tratados sirven de modo efectivo como medios de propaganda del nuevo profesional, en oposición a la visión tradicional (que asociaba inexorablemente el arquitecto a las actividades manuales y por tanto, populares y anti-intelectuales). La constatación de esta modificación en la categoría de los arquitectos como artistas nobles e intelectuales, diferente de los «meros artesanos de origen popular» también se evidencia cuando se verifica para quienes estaban escritos estos tratados: en general, eran dedicados a la nobleza (o un noble en particular), poseían un estilo refinado y abordaban cuestiones directamente de interés público de los príncipes que componían la estructura política italiana.

A pesar de que la Arquitectura romana también se preocupó de esta cuestión (El tratado vitruviano resalta este dato, visto que estaba concebido como una carta dirigida al emperador), la manifestación de este deseo de afirmación social por parte de los arquitectos renacentistas es un elemento nuevo de este período cuando se compara con la forma de producción artística medieval. Ésta se caracterizaba por la creación colectiva (y anónima, por excelencia) y dominada por la cultura del saber fazer. Los tratados formalizan el deseo del hombre renacentista de manifestarse como individuo ante el mundo y colaborador necesario para contextualizar la Arquitectura como disciplina académica.

Toda esta teoría se fija claramente en la ya citada obra albertiana De re aedificatoria. En ella, Alberti expresa esta nueva visión del arquitecto cuando declara categóricamente que "el arquitecto es el brazo del príncipe". Retoma la interpretación vitruviana de la arquitectura y afirma que ésta no se limita a la mera construcción, porque la verdadera arquitectura está dotada de virtud, concepto clásico asociado al dominio de los hombres. Si la Arquitectura es virtuosa, naturalmente sirve como pieza del juego político, ya que tal dominio de los hombres forma parte de la formulación de la política clásica (fundada en la idea de ciudad como lugar de convivencia y germinadora de la política). En conclusión, el estudio riguroso que hacen de los órdenes arquitectónicos clásicos está siempre, según su concepción, ligado a esta característica virtuosa de la arquitectura. La estética del Renacimiento es, por lo tanto, también un reflejo de un determinado pensamiento político.

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